Fue un tiempo muy difícil, pero John fue fiel a lo propuesto, hasta obtener el reconocimiento divino como una empresa honesta. La mas difícil de las pruebas fue en el año 1984, cuando un incendio redujo la fabrica a cenizas, era grande el desanimo de todo el personal, pero John les pidió que, por un momento, levantara sus manos. Pronto los trabajadores le obedecieron, aunque no entendían nada. John alzo su vos y les dijo: “Hemos perdido el cuero, los zapatos que habíamos confeccionado, y aun la totalidad de la fabrica. Pero hay algo que Allen Edmonds no ha perdido, y son las manos con las que fabricamos los zapatos. Ni tampoco ha perdido a Dios, quien es el que cuida de estas manos”.
Aun en los momentos en que sentimos que lo hemos perdido todo, siempre hay algo que tenemos. Podemos perderlo todo, pero siempre tendremos a Dios. Mirémosle con ojos de fe. Acudamos a Él, entregándole nuestra fe.
(“Los 1000 días de meditación que traerán un milagro”/ Cho Seong-ui y Kim Jin-cheol)