Alabar a Dios

miércoles, septiembre 5

 
La alabanza es el reconocimiento de la soberanía y del reinado de Dios sobre todo lo creado: cielo, tierra, mares, seres vivientes y hasta sobre nuestras propias vidas.
La alabanza nos da, en cierto modo, el clima de oración de los salmos. Mientras que otras oraciones son para un momento determinado, ya sea un pedido de perdón o una acción de gracias, la alabanza es para siempre, por eso así oraba Israel :“Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mi boca”( Sal 34,2 );“Día tras día te bendeciré y alabaré tu nombre eternamente” ( Sal 145,2 ) ; “Alabaré al Señor toda mi vida, mientras yo exista cantaré para mi Dios” ( Sal 146,2 ).
La alabanza está esencialmente dirigida a Dios. El merece ser alabado sencillamente porque es Dios: “Oh Dios, tu mereces un himno en Sión”, una traducción más literal podría ser: “Oh Dios, es hermoso alabarte en Sión” (Sal 65,2).
La alabanza encuentra en la ‘comunidad’ su lugar privilegiado de expresión, es por ello que el verbo se emplea más veces en plural que en singular, pero aunque sea pronunciada por una sola persona, la alabanza desemboca necesariamente en la comunidad: “Anunciaré tu nombre a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré” (Sal 22,23). De un modo especial Israel reconoce la presencia del Señor en las alabanzas de la asamblea: “Tú habitas en las alabanzas de tu pueblo” (Sal 22,4).
La alabanza también puede ser cantada: “Cantad al Señor un canto nuevo, porque él ha hecho maravillas” (Sal 98,1); “Celebraré el amor y la justicia, a ti Señor, te cantaré salmos de alabanza” (Sal 101,1). El salmo 95 nos hace una invitación a cantar con júbilo a Dios que es el fundamento de nuestra salvación: “Vengan, cantemos con gozo al Señor, aclamemos a la roca de nuestra salvación” (Sal 95, 1).
La alabanza debe ser nuestro estilo de vida, nuestro modo de ser cristianos, la alabanza en el presente es un anticipo de la alabanza en el reino.
La alabanza a Dios es algo que ofrecemos en reconocimiento de la excelencia de Dios. Podrías pensar que alabar es lo mismo que decir “gracias”, pero existe una diferencia. El agradecimiento describe nuestra actitud hacia lo que Dios ha hecho, mientras que la alabanza es ofrecida por quien es Dios. El Salmo 18:13 dice, “Invocaré a Jehová, quién es digno de ser alabado...”
¡A todos los creyentes se les manda a que alaben a Dios! De hecho, Isaías 43:21 explica que la alabanza es una de las razones por las cuales fuimos creados, “Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará.” Hebreos 12:15 confirma esto: “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de Jesús, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesen su nombre.”
La alabanza se origina en un corazón lleno de amor hacia Dios. Deuteronomio 6:5 dice, “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.” ¿Eres cristiano? Si es así, sabes que amas a Dios porque ¡Él te amó primero! Sin el amor de Dios, cualquier alabanza que puedas ofrecerle es hueca. El amor, nacido de una relación con Dios a través de Jesucristo, es una parte esencial de tu alabanza.
 

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